La industria láctea argentina es la más perjudicada por el congelamiento de precios de alimentos básicos instrumentado por orden del gobierno nacional.

En el último año, según los últimos datos publicados por el Indec, la “canasta láctea” mostró una inflación interanual del 23.4% versus un 44.8 % el promedio de alimentos y bebidas no alcohólicas en comercios y supermercados de la ciudad de Buenos Aires (CABA-GBA).

Casi todos los productos de la “canasta láctea” están comprendidos en el «congelamiento»  dispuesto por el Estado nacional en determinados productos. La única excepción es el queso sardo, cuyo elevado valor impide realizar ajustes significativos de precios en la actual coyuntura de crisis económica.

En segundo orden se encuentra la “canasta farinácea” con un ajuste interanual del 39.9%, aunque con contrastes marcados entre los diferentes productos. Mientras que las galletitas de agua ajustaron un 52.5%, el paquete de harina de trigo y el pan francés apenas subieron 30.9% y 31.6% respectivamente.

La canasta cárnica bovina –integrada por asado, carne picada, nalga, paleta y cuadril– es la menos comprometida al experimentar en el último año un ajuste superior al promedio con una suba de 56.9%.

El pasado 1 de julio la secretaria de Comercio Interior, Paula Irene Español, ordenó a las empresas que producen bienes de la canasta básica a mantener hasta el 30 de agosto los precios congelados desde marzo de este año.

Por medio de la resolución 200/20, la funcionaria ordenó prorrogar hasta fines de agosto la resolución 100/20, a través de la cual se había instrumentado que los precios mayoristas máximos no podían superar desde entonces los valores informados al 6 de marzo de 2020.

Adicionalmente, la resolución 200/20 intima a las empresas proveedores de bienes de consumo básicos “a incrementar su producción hasta el máximo de su capacidad instalada y a arbitrar las medidas conducentes para asegurar su transporte y provisión durante el período de vigencia de la presente resolución”.