Los animales llegaron procedentes de la región del Bearn, en el suroeste de Francia, en un acto de reivindicación del trabajo rural y en especial de la trashumancia, el pastoreo en continuo movimiento que se adapta a zonas de productividad cambiante.

“El objetivo es mostrar un pedazo del mundo rural a la gente de la ciudad, a los parisinos, y eso se traduce en dar a conocer la vida de los pastores en las montañas, porque hay una economía que depende de ello y no es precisamente poca cosa”, explicó a la prensa local Luc Martin, un criador procedente de Landes, una población y comuna francesa situada en la región de Poitou-Charentes.

Esta iniciativa fue impulsada por Jacques Pédehontaà, alcalde de un pequeño pueblo a 50 kilómetros de Pau, sudoeste del país, que lucha por que haya una imagen positiva del “mundo rural”.

Según explicó a la agencia AFP, quiere hacer llegar una “imagen de reconciliación” entre “la Francia de los pueblos y la Francia de las ciudades, que cada vez se entienden peor”, aún cuando “se necesitan” la una a la otra.

Junto a los pastores de los países fronterizos de Italia y España, quiere que la trashumancia sea considerado patrimonio inmaterial de la UNESCO.