La Bolsa de Cereales de Buenos Aires afirmó que “después de las fuertes perturbaciones experimentadas en lo que va de la campaña 2018/19, el sistema climático ha emprendido un gradual proceso de normalización”.

Lo hizo por medio del Informe de Perspectivas Climáticas estacional que se actualiza todos los meses y que es elaborado por el climatólogo Eduardo Sierra.

El experto asegura que, de todos modos, esta transición “será lenta y continuará presentando riesgos durante un lapso considerable; siendo probable que, recién hacia mediados de 2019 haya alcanzado su meta”.

“Si bien la actividad atmosférica irá moderándose, dando paso a un ambiente más estable, la situación se mantendrá muy dinámica, observándose desvíos en uno y el otro sentido”, agregó.

De acuerdo con Sierra, finalmente el fenómeno “El Niño” nunca llegó a materializarse y el alto régimen de lluvias que se registró en enero se debe a otros factores.

Tradicionalmente, El Niño se produce por un calentamiento del Océano Pacífico Ecuatorial que esta vez fue escaso, pero se compensó con un calentamiento del Atlántico Subtropical que tuvo su máxima intensidad hacia mediados de enero (cuando se produjo el mayor caudal de precipitaciones) y una corriente fría de Malvinas que fue más débil que en otras oportunidades.

“Ante el debilitamiento de El Niño, el clima sudamericano pasó a ser controlado por el intenso calentamiento del Océano Atlántico”, aclaró Sierra.

Es lo que explica el foco de extrema actividad que se posicionó sobre el centro de la Mesopotamia Argentina, produciendo fuertes y persistentes tormentas sobre el este del Chaco Argentino, el norte de la Región Pampeana, el Uruguay y el Sur del Brasil, llegando hasta el centro y el sur de la Región Pampeana. Otro foco de gran actividad, que no se hubiera producido si hubiera actuado El Niñoa, se generó sobre Bolivia y el NOA Argentino, con grandes tormentas y vientos.