Los barcos están saliendo con 9.300 toneladas menos de lo habitual por la imposibilidad de cargar granos y oleaginosas. La semana próxima el panorama podría complicarse aún más y no habrá un panorama claro hasta el inicio de la primavera.
De acuerdo al INA, el caudal de agua que ingresa al Paraná en el tramo argentino es apenas un 40% del valor que se promedió en los meses de junio de los últimos 25 años.
La zona conforma el mayor polo agroexportador del país, desde donde se despachan al mundo el 80% de la cosecha argentina.
Para la semana próxima se prevé que el hidrómetro baje 20 centímetros desde los 13 centímetros que se registraron el último martes, es decir, que se van a “tener 7 centímetros negativos” de acá a una semana. “Los barcos al día de hoy están saliendo a una navegación de 9′07, o sea, a 29′9. Muy por debajo de los 30′06 que habitualmente teníamos”, explicó Wade. En otras palabras, los buques están cargando 4 pies y 3 pulgadas menos de lo habitual en un año con un caudal considerado normal para estos meses. Por eso, los expertos creen que el impacto en este momento es enorme.
En esa línea, Juan Carlos Bertoni, presidente del Instituto Nacional del Agua (INA) reforzó que la Cuenca del Plata y el Paraná tienen una bajante extraordinaria, una situación que impacta tanto a Brasil como a Argentina. En el país vecino no ocurría un panorama similar desde hace 91 años, mientras que acá la situación más crítica se dio en 1884. “El año pasado ya tuvimos una bajante muy importante. Fue la más crítica de la historia reciente, y esta es la segunda, si reunimos el bienio, se constituye como el más crítico desde hace más de 130 años”, explicó sobre la mega sequía que arrecia esta parte de Sudamérica. La característica particular de este fenómeno, contó, es la gran extensión que abarca y por ello se decretaron las alertas en ambos países. “Impacta a ríos tan importantes como el Paraguay, Iguazú y afluentes del Paraná. Brasil ya ha decretado la emergencia hídrica hasta fines de noviembre”, reveló.