Bolivia experimenta una profunda crisis política en últimas horas, y se agravó luego que toda la línea sucesoria presidencial renunciara y denunciara un «golpe de Estado», lo que abrió una lluvia de rumores sobre quién asumirá el poder.
En las últimas 24 horasrenunció el presidente Evo Morales, su vicepresidente Alvaro García Línea, la presidenta del Senado Adriana Salvatierra y, antes que todos ellos, el presidente de la Cámara de Diputados, Victor Borda. Todos son miembros del partido hasta ahora oficialista, Movimiento al Socialismo (MAS).
Pese a que la línea de sucesión formal termina en Borda, existe el antecedente de la crisis de 2005, cuando, tras la renuncia del entonces presidente Carlos Mesa -el mismo que el mes pasado disputó la Presidencia en las urnas-, asumió el presidente de la entonces Corte Suprema.
Hace 14 años, la clase política intentó que el Poder Legislativo designara a un sucesor en una votación. Pero cuando la sesión se suspendió por la escalada de la crisis política en las calles, entonces, asumió el presidente de la Corte Suprema.
A diferencia de los otros dos Poderes del Estado, el titular del Poder Judicial, el presidente de la Corte Suprema, José Antonio Revilla Martínez, sigue en el cargo.
Poco se sabe de él y de sus posiciones políticas e ideológicas. La única certeza es que fue elegido para el cargo el año pasado y, desde entonces, evitó tener un perfil político.
Por su parte, Mesa, el líder opositor más votado en las elecciones del 20 de octubre pasado, propuso ante los medios que el parlamento elija al sucesor presidencial para «evitar una ruptura constitucional».
En cambio, medios bolivianos informaron que el otro líder opositor que salió fortalecido de la jornada de hoy, el presidente del Comité Cívico de Santa Cruz y el hombre que ingresó a la sede de gobierno tras la renuncia de Morales, Luis Fernando Camacho, apuesta por crear una suerte de «gobierno de notables» para dirigir la transición hasta las próximas elecciones, que aún no tienen fecha.