Aplican para todos los sectores de la economía argentina, para el agro constituye una doble retención.

La inestabilidad macroeconómica creciente instauró formalmente las “retenciones cambiarias”, las cuales, si bien aplican para todos los sectores de la economía argentina, para el agro constituye una doble retención.

Esta semana se registró un crecimiento notable de la brecha entre el dólar oficial (57,2 $/u$s BNA comprador hoy martes) y el Contado con Liquidación o CCL (75 $/u$s), fenómeno que se explica por el temor de un recrudecimiento del “cepo cambiario” parcial instrumentado a comienzos del mes pasado por la comunicación “A” 6770 del Banco Central (BCRA).

La brecha entre el dólar oficial y el CCL implica una “retención cambiaria” del 23% al considerar el precio actual de la soja disponible Rosario (242,0 u$s/tonelada) versus las divisas que se obtendrían al destinar los pesos obtenidos por esa venta de soja para generar dólares CCL (184,5 u$s/tonelada).

En términos de costos de producción, tal retención no tendría impacto alguno si los precios de los insumos agrícolas dolarizados se ajustaran al 100% con el tipo de cambio oficial. Pero la experiencia histórica indica que, a medida que aumenta la altura del cerco del cepo cambiario, las empresas se ven obligadas a recurrir al CCL para financiar importaciones y los valores de los insumos terminan ajustándose en función de esa referencia cambiaria.

Vale recordar que, desde septiembre del año pasado, los productos del complejo sojero están gravados con un derecho de exportación del 18% más una retención móvil de 4 pesos por cada dólar FOB exportado (que a la fecha representa un derecho adicional del 7%, lo que constituye un total del orden del 25%). Los demás commodities agrícolas abonan una retención móvil de 4×1, mientras que el resto de los productos (incluyendo aquellos de las economías regionales) y servicios pagan una alícuota de 3×1.