Es de casi veintisiete puntos por arriba del promedio general de alimentos básicos.

El ajuste de precios de la leche pagada al tambero –producto de la escasez del producto registrada en los últimos meses– se trasladó de manera directa a la góndola.

En el último año, según los últimos datos publicados por el Indec, la “canasta láctea” mostró una inflación interanual del 89.7% versus un 63.0 % el promedio de alimentos y bebidas no alcohólicas en comercios y supermercados de la ciudad de Buenos Aires.

En el segmento lácteo, las mayores variaciones interanuales correspondieron al queso cremoso (+99.1%), queso pate-grass (+94.3%), queso sardo (+91.1%), manteca (+87.0%) y leche fresca en sachet (+85.5%), yogur firme (+84.4%), dulce de leche (+81.2%) y leche en polvo entera (+73.8%).

En abril pasado el precio promedio ponderado de la leche pagado al tambero argentino a nivel nacional por 335 industrias grandes, medianas y pequeñas fue de 13,32 $/litro, una cifra equivalente a 0,308 u$s/litro considerando el tipo de cambio promedio de referencia publicado por el Banco Central (BCRA).

Se trata de un valor 8,0% más elevado que el registrado en marzo de este año (0,285 u$s/litro) y similar al de abril del año pasado (0,303 u$s/litro), según datos fueron publicados por la Dirección Nacional Láctea en base a liquidaciones declaradas en el Siglea.

Sin embargo, mientras que en abril de 2018 el precio estaba fundamentalmente sostenido en un tipo de cambio artificial sobreapreciado, el valor del mes pasado se explica fundamentalmente a partir de una reducción sustancial de la producción de leche.

Luego del cierre de tambos y la desinversión realizada por muchas empresas sobrevivientes en el último año –especialmente aquellas de menor escala– la oferta de leche argentina viene registrando una caída significativa: en el primer cuatrimestre de 2019 fue de 2970 millones de litros, una cifra 7,5% inferior a la del mismo período de 2018.

Frente a esa restricción de oferta algunas industrias lácteas salieron a  “robarle” tambos a otras firmas para iniciar un ciclo alcista de precios impulsado por una competencia creciente ante un recurso escaso.