A causa del aumento de la demanda eléctrica debido a las altas temperaturas, el Gobierno decidió interrumpir la exportación de gas a Chile desde el lunes de esta semana.
Según consigna Ámbito.com, la decisión oficial fue cuestionada también por el exsecretario de Energía Jorge Lapeña y por exsubsecretario de Combustibles José Sureda, de la gestión de Juan José Aranguren. Lapeña criticó que se haya renegociado el contrato con Bolivia la semana pasada para comprar solo 11 millones de metros cúbicos diarios cuando ya se preveía la actual ola de calor.
Desde el punto de vista económico, también se puede considerar que el gas que se exporta a Chile es interrumpible, sujeto a las necesidades del abastecimiento interno, y que no puede haber reclamos por una interrupción aunque sea imprevista, porque en un contrato de esa naturaleza se descuenta que pueden surgir sucesos inesperados.
En momentos de cuidar el déficit del Estado y no aumentar los subsidios para Cammesa y para IESA (ex Enarsa) también se puede mencionar que el gas de Bolivia cuesta u$s6,4 por millón de btu, mientras el que se vende a Chile tiene un precio inferior a u$s4.
Si como en los veranos anteriores, el Gobierno optaba por usar GNL del barco que lo regasifica en Escobar, el precio hubiera ascendido a u$s8,5 antes de la regasificación. Además, según los datos del Enargas, el lunes la Argentina importó 19 millones de metros cúbicos de Bolivia, el martes 17,8 millones, y para ayer se preveía adquirir 16,5 millones.
Recién a partir de hoy la compra descendería a 11 millones de metros cúbicos pero eso es solo una previsión que puede variar en los hechos. Ese volumen es el mínimo a comprar a Bolivia en verano sin que se apliquen penalidades, no es el máximo que se puede comprar.
Con todo, también es cierto que la decisión de permitir exportaciones a Chile (y también a Brasil y Uruguay) se basó exclusivamente en el aumento de producción que se logró con el gas que extrajo Tecpetrol en el área Fortín de Piedra a un precio asegurado por el Estado de u$s7,50.
La empresa del Grupo Techint no pidió autorización para exportar porque el gobierno estableció que si el gas se destinaba a la exportación perdía el subsidio. Pero sin el aumento que logró, las demás no hubieran tenido saldos exportables, considerando que las dos principales productoras –YPF y Total- redujeron la producción entre 2017 y 2018.
En ese sentido, lo que puede cuestionarse es el insistente mensaje oficial de que la Argentina volvió a ser exportador de gas y que cada vez venderá más hasta producir GNL para los mercados externos no limítrofes. Un proyecto ambicioso que todavía está lejos y que depende de decisiones empresarias sobre el país y sobre Vaca Muerta en particular, que todavía no se pueden anticipar.