«Actualmente la harina y el aceite de soja pagan 100 dólares por tonelada mientras que la soja tributa 90 dólares. Esto castiga el agregado de valor en origen», detalló la entidad a través de un informe.
«Se considera que, sobre la base del análisis realizado, la eliminación del escalonamiento arancelario en el complejo sojero es una medida que no alienta la industrialización de productos agropecuarios ni favorece el ingreso de los productores agropecuarios. Nuestros principales competidores y los países de destinos de nuestras exportaciones protegen el agregado de valor en su territorio. Priorizan la utilización de su propio complejo industrial oleaginoso y prefieren, en el caso de los compradores, importar el poroto de soja sin procesar». Así define la Bolsa de Comercio de Rosario la situación local frente a las últimas modificaciones en las retenciones a los productos agropecuarios.
Tras la realización de un análisis sobre las alícuotas correspondientes a cada producto, la entidad detalló que «el escalonamiento arancelario de los derechos de exportación del complejo soja de Argentina permite neutralizar y/o equiparar parcialmente las políticas proteccionistas de los países importadores y competidores». Y agregó: «La harina y el aceite de soja tienen más destinos de exportación que el poroto sin procesar (único comprador, China), lo cual disminuye los riesgos de no poder colocar nuestras producciones en el mundo y brinda mayor estabilidad a las exportaciones nacionales, considerando que la harina de soja es el producto más importante de la balanza comercial argentina con casi 10.000 millones de dólares. Argentina viene perdiendo participación en la molienda mundial de soja».
Además, destacó que el restablecimiento del escalonamiento arancelario ayudaría a aumentar la industrialización y mejorar nuestra participación en la molienda global. «El conflicto comercial entre EE.UU. y China traccionará más las compras de nuestro poroto de soja a China a expensas y en perjuicio de la industria de molienda y de la estabilidad de precios para los productores de Argentina. Por otra parte, hace crecer a la industria oleaginosa de nuestros competidores (EE.UU.) y la de países clientes de Argentina, en perjuicio de la nuestra. La falta de un escalonamiento arancelario local aumenta el efecto negativo de esta situación en el mercado internacional».
«La igualdad en las alícuotas de los derechos de exportación en los productos de la cadena de valor de la soja en Argentina obliga a tributar un mayor derecho de exportación en términos absolutos a las exportaciones de productos industrializados versus la exportación de grano tal cual, castigando así el agregado de valor en origen», condesó la BCR.
Y, en cuanto a la situación frente la mercado cambiario, vaticinó: «Las exportaciones de harinas y aceites dan una mayor estabilidad al mercado de cambios de la República Argentina al proveer divisas con una mayor estabilidad a lo largo del año. La industria oleaginosa argentina le permite al productor colocar mejor el grano afectado en su calidad por problemas climáticos (brotado o dañado). Fomentar la exportación del grano sin procesar puede hacer que el hombre y la mujer de campo tengan en el futuro mayores dificultades para vender el grano dañado o sufrir un castigo significativo en el precio por cuestiones de calidad. Argentina necesita retomar el sendero de una política de industrialización de exportaciones, particularmente en el mayor complejo industrial del país. Por eso resulta razonable rectificar esta política de primarización de exportaciones».
Para leer el informe completo se puede acceder a la página web de la BCR.