Pese a la reducción reciente de los derechos de exportación anunciada por el Gobierno, la presión impositiva sobre el campo continúa siendo elevada. Según un nuevo informe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), el Estado se queda con el 56,3% de la renta agrícola, una proporción que sigue condicionando la rentabilidad del sector.

El relevamiento, elaborado a partir del Índice FADA, comienza a reflejar la baja permanente de las retenciones implementada en diciembre y aporta mayor previsibilidad de cara a la cosecha. Sin embargo, los números muestran que más de la mitad de lo que genera una hectárea agrícola termina destinado al pago de impuestos.

“Con menos impuestos se va destrabando esa rueda en la que estamos todos y eso hace que se movilice la economía”, explicó Antonella Semadeni, economista de FADA, al analizar el impacto de la reducción tributaria. Aun así, aclaró que la carga fiscal sigue siendo alta para los productores.

Desde la fundación detallaron que, una vez descontados los costos de producción —como semillas, fertilizantes, salarios, fletes y seguros—, el ingreso que queda se reparte en tres grandes partes: el 27,9% corresponde al valor del alquiler de la tierra, el 15,8% a la ganancia del productor y el 56,3% a impuestos. “Eso es lo que medimos en el Índice FADA: cuánto pesan los impuestos y cómo se conforman”, señaló Fiorella Savarino, economista de la entidad.

En comparación con la medición de septiembre, cuando el índice había alcanzado el 60,9%, se observa una baja. La mejora se explica principalmente por la reducción permanente de las retenciones y por un repunte en los precios de la soja y el maíz, que incrementaron el valor de la producción y la renta agrícola. En este contexto, las alícuotas quedaron en 24% para la soja, 8,5% para el maíz, 7,5% para el trigo y 4,5% para el girasol.

De cara a la campaña 2025/26, el informe proyecta un escenario productivo favorable. Se espera un crecimiento cercano al 18% en la producción total de soja, maíz, trigo y girasol, lo que representaría unas 16 millones de toneladas adicionales respecto de la campaña anterior. El impulso vendría principalmente del maíz, el trigo y el girasol, mientras que la soja mostraría una leve caída del 2%.

En términos de precios, las proyecciones apuntan a un “escenario neutral”, con valores similares a los actuales. Esto implicaría una buena campaña en volumen, aunque sin mejoras significativas en las cotizaciones.

El análisis también desagrega el peso de los impuestos por tipo y jurisdicción. Del total que paga una hectárea agrícola, el 56,5% corresponde a impuestos nacionales no coparticipables, el 37,1% a tributos nacionales coparticipables, el 5,7% a impuestos provinciales y el 0,7% a tasas municipales. Desde FADA destacaron que la participación de los impuestos no coparticipables es una de las más bajas desde que se mide el índice, en 2007, como consecuencia directa de la reducción de retenciones.

A nivel provincial, el Índice FADA muestra diferencias según costos, niveles de producción e impuestos locales. Córdoba registra una presión del 54,3%, Buenos Aires 54,5%, Santa Fe 53,5%, La Pampa 53,6%, Entre Ríos 60,3% y San Luis 51,4%. En todas las provincias analizadas se paga impuesto inmobiliario rural y sellos para la compraventa de granos, mientras que en Buenos Aires, Entre Ríos, La Pampa y San Luis se suman Ingresos Brutos con distintas alícuotas.