Alfredo De Angeli y Alejandro “Topo” Rodríguez advirtieron sobre el impacto en pequeños y medianos productores y pidieron reglas claras para el sector.
La relación entre el campo y el gobierno de Javier Milei atraviesa un momento de fuerte tensión. La promesa de “retenciones cero” que el libertario llevó como bandera de campaña aún no se cumplió, y la baja temporal aplicada en los últimos meses generó más críticas que apoyos en vastas regiones productivas del interior.
El malestar se concentra en los pequeños y medianos productores, que sostienen buena parte de la vida económica y social en pueblos y ciudades del interior. Reclaman que la medida solo benefició a los grandes jugadores del negocio agroexportador, mientras que ellos siguen enfrentando altos costos dolarizados, precios internacionales menos favorables y una presión impositiva que no cede.
El senador entrerriano Alfredo De Angeli fue categórico: “La baja de retenciones no benefició a los pequeños y medianos productores: en cuestión de horas, siete exportadoras concentraron el 86% del negocio. Fue una transferencia brutal del esfuerzo de miles de chacareros hacia unos pocos amigos”. Para el dirigente, se trata de una señal preocupante: “El campo necesita reglas claras y estables, no parches cortoplacistas. Las cosas que están mal, están mal las haga quien las haga”.
Desde otra vereda política, Alejandro “Topo” Rodríguez, candidato a diputado nacional por Fuerza Patria, planteó la necesidad de abrir un diálogo más inclusivo: “Es importante escuchar al campo y comprender la realidad que atraviesan los pequeños y medianos productores. No se trata solo de criticar, sino de aprovechar las oportunidades que el mundo sigue ofreciendo para crecer, agregar valor y generar empleo”.
Rodríguez remarcó que tender puentes con el sector agropecuario es clave para el futuro del país: “El desafío está en hermanarse con el campo y construir una Argentina grande, articulando políticas que fortalezcan a quienes sostienen las economías regionales día tras día”.
El trasfondo es también político. Las decisiones en torno a las retenciones repercuten directamente en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, que concentran la mayor parte de la producción de soja y, al mismo tiempo, agrupan más de la mitad del padrón electoral. En esos territorios, la bronca de los productores empieza a marcar la agenda y puede tener consecuencias en el escenario electoral.
Mientras el Gobierno defiende la baja temporal de retenciones como una medida que buscó dinamizar al conjunto de la agroindustria, en el interior profundo la sensación es otra: que la política económica favoreció a los grandes jugadores en detrimento de los productores que sostienen el día a día de las comunidades rurales.