Tandil concentra la magia y combina la ciudad con sus pueblos rurales de una manera única, es por eso que un fin de semana nunca alcanza para descubrirla en su totalidad.
Gardey se presenta con el canto de los pájaros, sus callecitas de tierra, con un mate siempre en mano y la amabilidad que caracteriza a los lugareños. La Capilla San Antonio de Padua tiene actualmente un estilo romántico que deja impactado a cada uno de los turistas que llegan hasta este pueblo rural, distante a 27 kilómetros de Tandil. Pero si desea pasar el día puede visitar el arroyo Chapelofú, y bajo la sombra de los árboles disfrutar del silencio y los sonidos de la naturaleza. Los amantes de la pesca y la vida al aire libre también suelen acampar. Si desea un descanso con lo típico de la gastronomía bonaerense como una tentadora picada al aire libre, el Almacén Vulcano es la opción ideal.
Ubicado en la entrada al pueblo, justo en la esquina, este fue el primer inmueble de mampostería construido en Gardey. Cuenta con un patio verde natural con mesas para transitar la hora más linda que es el atardecer. En la parte de atrás de dicho almacén se encuentra el Museo de Malvinas, donde se exhiben varios elementos de la época en homenaje a los caídos en combate. En Gardey es posible ir a pescar a un arroyo, tomar mates en la plaza, visitar la Biblioteca Popular y la casa de varios artistas plásticos.
Siguiendo por el camino que une a Gardey con Vela se encuentra el Balneario Municipal, un espacio único con una energía que hay que experimentarla solo con los sentidos. Altos árboles resguardan las hamacas mientras las aguas cristalinas se desploman entre piedras de inmensos tamaños. Es el lugar preferido para los que gustan de bañarse en aguas naturales, acampar o comer un asado. Las instalaciones del predio cuentan con baños y parrillas, convirtiendo este espacio en un verdadero centro turístico y recreativo para la comunidad.
El Paraje la Pastora es único. El “Bar” es el corazón y el lugar de encuentro para los lugareños además de ser la mano que siempre está abierta. Atendido por la encantadora Susana una dama que apostó – con esa fuerza única que tienen las mujeres que se apoderan de espacios tan especiales- a un emprendimiento en medio del campo. Allí se puede ir un fin de semana y, con previa reserva, almorzar lo que uno desea. ¿Quiere un lechón?. Allí se lo hacen y lo esperan.