Así lo reflejan los números publicados por el Indec, luego de que durante la mayor parte de 2018 los precios de la carne vacuna se mantuviesen retrasados respecto del resto de los principales alimentos básicos.

En el primer mes de 2019, según los últimos datos publicados ayer por el Indec, la “canasta cárnica” –integrada por el asado, carne picada, paleta, cuadril y nalga– mostró una inflación interanual del 48.0% versus un 52.3% el promedio de alimentos y bebidas no alcohólicas en comercios y supermercados de la ciudad de Buenos Aires.

El hecho de la canasta cárnica vacuna se encuentre apenas a cuatro puntos de distancia del promedio general de alimentos –cuando en diciembre pasado esa brecha había sido de once puntos– es una señal más que indica que los nuevos valores de la hacienda, producto del cambio de fase de ciclo ganadero, llegaron para quedarse.

El segmento lácteo, que hasta octubre del año pasado era el más comprometido por el atraso de precios, a partir de noviembre logró mejorar relativamente su situación para alcanzar en enero de 2019 un ajuste del 51.0%, es decir, a un solo punto de distancia del promedio general.

Las mayores variaciones interanuales de la “canasta láctea” en enero de 2019 correspondieron al yogur firme (+67%), manteca (+56%) y leche en polvo entera (55%), mientras que el producto más planchado fue el queso sardo (+46%).

La canasta de productos farináceos básicos en la ciudad de Buenos Aires experimentó un aumento promedio interanual de precios de 72.9%, el cual estuvo liderado por la harina de trigo común 000 con un ajuste del 175%, seguido por los fideos secos guiseros (+98%), el pan francés (+81%) y las galletitas dulces envasadas (+56%).

Sin embargo, el pan de mesa industrial registró un ajuste interanual del 46%, lo que indica que en ese producto la posibilidad de trasladar aumentos de costos está restringida por una caída de la demanda.