Estados Unidos enfrenta un fuerte incremento en los precios de la carne vacuna, un producto clave en la canasta de consumo de sus habitantes. En ese contexto, el presidente Donald Trump reconoció que analiza ampliar las importaciones desde Argentina, con el objetivo de aumentar la oferta y reducir la presión inflacionaria.

“Compraríamos carne de res de la Argentina. Si lo hacemos, bajaremos los precios de la carne”, afirmó el mandatario durante una entrevista con periodistas en un vuelo desde Florida hacia Washington. La frase encendió las expectativas en los frigoríficos argentinos, que hoy solo pueden exportar un cupo de 20.000 toneladas anuales a Estados Unidos sin pagar aranceles.

Aunque no hubo detalles oficiales, el plan de Trump busca equilibrar el mercado interno de carne, afectado por la sequía y los altos costos que llevaron al rodeo estadounidense a su nivel más bajo desde 1973. Según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales, el precio de la carne picada llegó en agosto a un récord de 6,31 dólares por libra.

Consultado sobre las quejas de los productores norteamericanos, que temen perder competitividad, Trump respondió que “Argentina está luchando por su vida” y que “nada está beneficiando a Argentina”. Además, reafirmó su intención de fortalecer la alianza con el gobierno argentino, en el marco del apoyo financiero y político que viene impulsando desde su gestión.

La iniciativa también tiene un trasfondo geopolítico: más importaciones desde Argentina implicarían menos compras a Brasil, país con el que Estados Unidos mantiene tensiones por su acercamiento a China.

“Estamos trabajando en el tema de la carne, y creo que tenemos un acuerdo que va a bajar los precios”, agregó Trump, sin dar precisiones sobre la medida. “Ese sería el único producto que está un poco más alto de lo que queremos, pero va a bajar muy pronto también. Hicimos algo, trabajamos nuestra magia”.

Mientras tanto, en Argentina, el sector exportador observa con cautela la posibilidad de que se amplíe el cupo sin aranceles. El país, junto a Estados Unidos y Uruguay, integra el podio mundial de consumo de carne vacuna per cápita, y cualquier acuerdo comercial con Washington podría significar una oportunidad clave para las plantas frigoríficas nacionales.