El asado, carne picada, paleta, cuadril y nalga– mostró una inflación interanual del 39.4% versus un 50.5 % el promedio de alimentos y bebidas.
Las industrias cárnicas continúan registrando dificultades crecientes para trasladar aumentos de costos a los consumidores argentinos en un contexto en el cual el precio de la hacienda se mantiene bajo en términos relativos.
En el año 2018, según los últimos datos publicados ayer por el Indec, la “canasta cárnica” –integrada por el asado, carne picada, paleta, cuadril y nalga– mostró una inflación interanual del 39.4% versus un 50.5 % el promedio de alimentos y bebidas no alcohólicas en comercios y supermercados de la ciudad de Buenos Aires.
El segmento lácteo, que hasta octubre del año pasado era el más comprometido por el atraso de precios, a partir de noviembre logró mejorar relativamente su situación para alcanzar en diciembre de 2018 un ajuste del 44.7% versus el mismo mes de 2017 (aunque sigue, de todas maneras, lejos del promedio de los alimentos).
Las mayores variaciones interanuales de la “canasta láctea” en 2018 correspondieron al yogur firme (+73%), manteca (+51%) y leche en polvo entera (49%), mientras que el producto más planchado fue el queso sardo (+37%).
La canasta de productos farináceos básicos en la ciudad de Buenos Aires experimentó un aumento promedio interanual de precios de 69.7%, el cual estuvo liderado por la harina de trigo común 000 con un ajuste del 175%, seguido por los fideos secos guiseros (+101%), el pan francés (+81%) y las galletitas dulces envasadas (+52%).
Sin embargo, el pan de mesa industrial registró un ajuste interanual de apenas el 40%, lo que indica que en ese producto la posibilidad de trasladar aumentos de costos está restringida por una caída sustancial de la demanda.