Según Fertilizar Asociación Civil, la soja presenta una brecha de rendimiento del 30%, el trigo llega al 41% y el maíz también muestra diferencias significativas, producto de un manejo agronómico limitado y un uso insuficiente de fertilizantes.
La campaña agrícola 2025/2026 comenzó con un debate clave sobre el futuro de la producción extensiva en Argentina. En ese contexto, Fertilizar Asociación Civil organizó una recorrida técnica por la Hidrovía del Paraná, un punto estratégico desde donde se exportan millones de toneladas de granos cada año, para poner en evidencia una problemática que limita el crecimiento del sector: las amplias brechas de rendimiento en soja, trigo y maíz.
El objetivo de la denominada “gira fluvial” fue reunir a técnicos, investigadores y productores para analizar los factores que están frenando el potencial productivo del país. El escenario no fue elegido al azar: en los puertos del Paraná confluyen los desafíos de competitividad, sustentabilidad y agregado de valor.
Brechas productivas que comprometen el crecimiento
Durante el recorrido, el Dr. Guido Di Mauro, especialista en manejo de cultivos extensivos, presentó un documento que describe con claridad la situación actual. La soja, el principal cultivo del país, exhibe una brecha de rendimiento del 30%entre los rindes promedio que obtienen los productores y los resultados que podrían lograrse bajo un manejo óptimo en secano.
En trigo, esa diferencia asciende al 41%, mientras que en maíz también se observan distancias significativas entre el rinde real y el potencial.
El déficit nutricional, un factor clave
Las causas de estas brechas son múltiples, pero hay un factor común: el uso insuficiente de nutrientes. Según Fertilizar, en numerosos lotes las dosis de fertilizantes aplicadas están por debajo de las necesidades reales de los cultivos, y en muchos casos directamente no se fertiliza. Esto genera un círculo vicioso: menores rindes, pérdida de calidad, y una baja reposición de nutrientes que termina afectando la fertilidad de los suelos a largo plazo.
“La productividad argentina no está condenada por limitantes naturales, sino que depende en gran medida de decisiones tecnológicas y de manejo”, afirmaron desde Fertilizar.
Solo tres de cada diez productores adoptan tecnología de punta
Durante la gira, se puso énfasis en que el rendimiento no depende únicamente del clima o de la genética, sino también de las decisiones agronómicas. Rotaciones poco diversificadas, escasa utilización de diagnósticos de suelos y baja adopción de fertilización balanceada son algunas de las prácticas que explican las diferencias entre productores promedio y los más tecnificados. Apenas tres de cada diez alcanzan niveles altos de adopción tecnológica.
“El desafío está en pasar de un modelo extractivo a uno que recupere nutrientes y devuelva al suelo lo que se lleva en cada cosecha”, subrayaron desde Fertilizar. En ese sentido, recordaron que Argentina es uno de los países con menor tasa de reposición de fósforo en el mundo, y que esta tendencia, lejos de revertirse, se profundiza con cada campaña.
Una oportunidad estratégica para la producción nacional
El recorrido por el Paraná también sirvió para dimensionar el impacto económico y estratégico de cerrar las brechas de rendimiento. Si los cultivos lograran acercarse al potencial observado en los ensayos y en los productores más avanzados, la producción nacional de granos podría crecer en millones de toneladas, generando beneficios tanto para el productor como para toda la cadena de valor, desde la industria aceitera hasta las exportaciones.
“La campaña 2025/2026 arranca con este desafío sobre la mesa”, concluyeron. La hoja de ruta trazada por Fertilizar incluye como claves para mejorar la competitividad: diagnóstico de suelos, mejor nutrición, rotaciones diversificadas y mayor adopción tecnológica.