Con un rinde promedio de 60 qq/ha y una producción proyectada de 10,4 millones de toneladas, la campaña 2025/26 se consolida como la más alta registrada. El avance de la soja de segunda y la necesidad urgente de lluvias para el maíz temprano completan un cuadro agrícola que combina logros excepcionales y desafíos inmediatos.
La región núcleo agrícola está cerrando uno de los capítulos más sobresalientes de su historia productiva. Con un 80% del trigo ya cosechado, el promedio regional se afianza en 60 quintales por hectárea y empuja una producción total estimada de 10,4 millones de toneladas, el registro más alto jamás alcanzado.
Los números no solo superan ampliamente las campañas anteriores, sino que lo hacen con márgenes que hasta hace poco se consideraban impensados incluso para las zonas de mayor potencial.
El dato se potencia aún más con la actualización de superficie realizada mediante análisis satelital. A partir del procesamiento de imágenes Sentinel-2 y más de 1800 puntos georreferenciados, se determinó que la región sembró 1,82 millones de hectáreas, unas 220.000 más que las proyectadas inicialmente. Se trata de la mayor área implantada en los últimos 16 años, incluso por encima de la campaña 2019/20.
Este panorama, reflejado en el informe semanal de la Guía Estratégica del Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), fue elaborado por Marina Barletta, Florencia Poeta y Cristian Russo, quienes coincidieron en que el escenario hídrico excepcional fue la clave para destrabar los rindes récord.
“En los campos malos se han visto rindes de 50 a 55 qq/ha. Eso es lo que no sucede todos los años”, señalaron técnicos del sudeste cordobés citados en el reporte.
A ese marco se sumaron otros factores agronómicos decisivos: mayores niveles de fertilización, ausencia de heladas tardías y de golpes de calor en momentos críticos, un coeficiente fototermal superior al promedio histórico y un buen control sanitario, pese a una mayor presión de roya.
Con la trilla del trigo, el foco se desplazó rápidamente hacia la soja de segunda. La oleaginosa ya cubre el 70% del área prevista: de las 1,82 millones de hectáreas proyectadas, unas 1,3 millones ya están implantadas. El avance es algo más lento en el norte bonaerense por la cosecha triguera más tardía, aunque las condiciones de humedad son consideradas muy favorables.
“Mientras no se intente entrar con el suelo demasiado húmedo, las sembradoras avanzan perfectamente con estos días más cálidos”, indicaron técnicos relevados por la BCR. La expectativa es completar la siembra antes del 20 de diciembre, capitalizando el rastrojo y la base de humedad que dejó el cereal.
En paralelo, el maíz temprano transita una etapa clave. El 90% del cultivo se encuentra entre muy bueno y excelente, con la mitad de los lotes en floración y el resto en panojamiento. Sin embargo, la falta de lluvias empieza a generar preocupación en sectores del sur santafesino y del sudeste cordobés.
“Están bancando la falta de agua, pero ya se empieza a notar la presión. Una lluvia este fin de semana es clave”, resumieron desde Bigand. En otras zonas, como Venado Tuerto, el cultivo aún no evidencia estrés, lo que refleja la marcada variabilidad climática dentro de la región.
Así, mientras la región núcleo celebra una cosecha de trigo histórica, el pulso del clima vuelve a ocupar el centro de la escena. Las próximas precipitaciones serán determinantes para sostener el potencial del maíz y cerrar una campaña que, por ahora, combina récords productivos con una cuota creciente de cautela.















