Las precipitaciones de octubre representan un buen avance para la producción de ganado. Con una «Niña» que todavía no ha manifestado todo su potencial, los perfiles de humedad en los terrenos han experimentado un avance considerable.

«Si se registra el efecto de La Niña en el trimestre siguiente, el riesgo más alto se situaría al final de la primavera y al comienzo del verano», estimaron desde el mercado ganadero de Rosario (Rosgan).

El hecho que inspira optimismo es que en ese periodo, el crecimiento de los forrajes ya depende menos de la recuperación del agua que se anticipa durante la primavera.

La organización rosarina determinó que ya se observa un avance notable en las condiciones de forraje en los campos ganaderos, tanto en potreros naturales como en nuevas cosechas o siembras que empezaron a responder a las condiciones climáticas propicias.

«Es una modificación que afecta directamente las decisiones del productor de ganado», argumentaron.

Así, en Rosgan comprenden que una mayor producción de pasto y una economía que muestra ciertos indicios de estabilización facilitarán la extensión de los ciclos de producción y la adición de más kilogramos de carne a la producción rural.

En el corto plazo, estos vientos favorables también contribuirían a agilizar el final de aquellos animales que ya están cerca de su partida.